En estos difíciles meses de pandemia generados por el Covid-19, tengo la percepción que estamos asistiendo a muestras preponderantes de liderazgos difuminados, encogidos y poco acertados, especialmente si ponemos la mirada entre la clase política – aunque he de decir que también han emergido en otros ámbitos como el empresarial y hasta en lo deportivo (con líderes queriendo abandonar el barco en el momento más delicado para su institución).
Pero, ¿qué es el liderazgo?
En el estudio de Valores que desarrollamos en Punto de Fuga tras la crisis económica anterior, definíamos liderazgo como ““Capacidad para ejercer positivamente una influencia sobre algo o alguien. Un referente, un guía que orienta y marca el camino”, y decíamos que Liderazgo se construye desde el saber; desde el dirigir, motivar y el “hacer-hacer”; desde la innovación, proactividad y flexibilidad, y desde una actitud humanista: escuchar, estar cerca de lo ético… y no tanto desde una actitud exhibicionista (el Poder, nº1 en ventas, etc.).
Un referente, un guía que orienta y marca el camino… Tal y como sucedió en aquella crisis, volvemos a vivir una situación de ausencia de grandes liderazgos que arropen y cobijen los intereses de la ciudadanía, sometiéndonos cada día a bosquejos de promesas incumplidas, dialéctica bañada de retórica interesada y partidista, pero que nada tiene que ver con una estrategia “ciudadano céntrica”.
Estamos en una época histórica (por su dureza) que demanda liderazgos…
- Comprometidos
- Generosos
- Empáticos
- Decididos
- Humanos
- que Actúen
- que hablen y decidan desde el cerebro y el corazón (y no desde el estómago)
Liderazgos que vemos reflejados en figuras como la de Jacinta Ardem, primera ministra de Nueva Zelanda; una líder que resume con su lema “sé fuerte, sé amable” una forma de proceder que hibrida dos de estas claves que tanto demanda la ciudadanía: Acción y Empatía. (¡en cuantas ocasiones lo hemos escuchado, recientemente, entre las personas que han participado en nuestras investigaciones psicosociales!).
Teniendo en cuenta estas carencias y debilidades en los liderazgos de quienes dirigen nuestros destinos, así como la desconexión actual entre personas y marcas (tal y como señalan nuestros índices Brand Sensor FEM (1) & Brand Sensor MEN (2), solo 1 de cada 5 personas siente que las marcas conectan con ellos), para las marcas se vislumbra un escenario de oportunidades, pero también de obligaciones.
- De Oportunidades: porque las compañías pueden ocupar este vacío de referentes, ejerciendo un liderazgo decidido y comprometido. Deben apostar por abrazar no sólo las grandes causas sociales y medio ambientales que esbozan en sus Propósitos, sino también alguno de los vectores sobre los que el COVID-19 está generando un profundo socavón producto de la crisis sanitaria y económica: la crisi de salud mental, de motivación, de pérdida de esperanza.
- De Obligaciones: las marcas también tienen la corresponsabilidad de arropar a quienes en tiempos de bonanza hicieron crecer a su compañía, situándolas en las mejores posiciones de los rankings de cotización bursátiles o de valoración que miden el éxito de las compañías. Por ello, de alguna manera, en esta pandémica e inusual etapa por la que nos toca transitar, no deben tomar un rol pasivo y alejado de la realidad de las personas, y sí dotar al verbo “dar” de un significado más relevante que el “recibir”.
Las compañías no deberían perder de vista en su horizonte estratégico, la activación de dos poderes que ayudaría a posicionarlas como un referente de liderazgo que va más allá de sus cifras de negocio, ayudándolas a activar mecanismos de conexión más sólidos con la sociedad en general, y con su público objetivo en particular:
- Trabajar el PODER DE LA ILUSIÓN a través de liderazgos que arrojen optimismo por el futuro, no pensando en el medio plazo, sino en el corto plazo (¡lo necesitamos ya!). El covid-19 ha impulsado una crisis adicional que no se refleja en los datos y curvas que abren portadas (o incendian las redes): una crisis de salud mental derivada no solo de las traumáticas experiencias que nos está dejando el covid-19, sino también por la incertidumbre de un futuro cambiante e inestable; una angustia psicológica que nos está llevando a una pérdida de Esperanza e Ilusión por el futuro que se avecina. Y más allá de la esperanza totémica representada en forma de Vacuna, las compañías deberían, con sus decisiones y actuaciones, poder avivar la llama del optimismo y la ilusión entre las personas, ya sea a través de innovación, lanzamientos, comunicación, filantropía, conciliación laboral entre sus trabajadores… Marcas, aprovechar este vacío por nosotros, por vosotros, por todos.
- Trabajar el PODER DE LA COOPERACIÓN a través de liderazgos colectivos. En la medida en la que los colectivos de empresas sean capaces de llegar a acuerdos para alcanzar posicionamientos comunes (en materia social, políticas de igualdad de género, innovación para la sostenibilidad del medio-ambiente, ayuda a sectores que dependen de su industria…) con una mirada en el beneficio de las personas y no solo de sus balances económicos, les significará positivamente no solo hacia sus consumidores, sino hacia la sociedad en general. Y con ello, darán una lección de la capacidad que tenemos las personas y las compañías de abrirnos a la magia del entendimiento, la comprensión y el sacrificio que los tiempos actuales demandan.
ILUSIÓN Y COOPERACIÓN, dos valores, dos poderes que deben estar presentes en los referentes de liderazgo actual. Necesitamos líderes valientes, empáticos, que apuesten por crear futuro, pero también por creer en el futuro. Liderazgos que hablen menos y hagan más.
Liderazgo… líder, haz algo
¡Gracias!
(1) Estudio de Punto de Fuga: “Habla con ellas” / (2) Estudio de Punto de Fuga: “Men in Change”
Alberto Plazas
Account Director