Mamás de caldo en la nevera: Una reflexión sobre el feminismo y la maternidad

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Estoy convencido que, tras el exitazo de Rigoberta Bandini en el BenidormFest con su tema “Ay mamá”, muchas madres de nuestro país se han hecho esta pregunta: ¿Soy yo una madre que tiene siempre caldo en la nevera?

Las más osadas igual hasta se lo han planteado a sus hijos o parejas. Les deseo mucha suerte en las respuestas que hayan podido obtener.

No hay duda de que “Ay mamá” se ha convertido ya en todo un himno feminista, de reivindicación de la mujer en su esencia más natural y realista. Y no sólo por el mensaje de la letra, sino también por todos los detalles de la escenografía durante su actuación: esa teta gigante, ese body nude de Rigoberta, esos pechos cubiertos de los bailarines masculinos…

Y aunque para algunos resulta una canción demasiado “obvia” por muchas tetas y tanta mamá, la canción es mucho más reivindicativa y necesaria en nuestra sociedad de lo que puede parecer (y de lo que seguramente nos gustaría que fuera).

Es un “éxito social” que se hable de ciertos temas sin tapujos, de forma reivindicativa, pero alegre y divertida a la vez. Porque no suele ser habitual que haya canciones que hablen de la regla, de lo duro que es parir o, en general, de los juicios y los estereotipos que deben soportar aún todas las madres. Pero lo es aún más porque consigue hacerlo en un espacio tan “mainstream” y con un tono tan “popular”. Porque en el mundo actual, no nos olvidemos, Instagram sigue censurando pezones y hay quienes siguen reprobando a una madre que saque su pecho para amamantar en público. “No sé por qué dando tanto miedo sus tetas”.

Y además, también es un éxito comercial y musical por qué no hace falta que entiendas ni comulgues con el mensaje para acabar gritando ese lolololololo final.

Pero sobre todo lo que dice y consigue la canción de la artista catalana (Paula Ribó es su nombre real), y sobre lo que me gustaría poner foco, es su alegoría acerca de la maternidad y como ha conseguido poner en valor la figura de la madre.

La canción aborda un tema universal, la maternidad. Y lo hace homenajeando a nuestras madres y abuelas (esas que siguen teniendo siempre caldo en la nevera), sacándolas a bailar y a gritar con sus hijas y nietas en las multitudinarias manifestaciones feministas. (Que gran escena esa, con Rigoberta cogida del antebrazo con sus bailarinas).

La canción nos habla de un modelo de madre obsoleto, la antítesis del modelo maternal feminista de hoy en día, pero lo hace precisamente para reivindicar aquello que estas madres no pudieron (o no les dejaron) hacer. Gritar, luchar por sus derechos. Sacar un pecho afuera.

Esas madres de caldo en la nevera eran madres abnegadas a los cuidados familiares a través de la alimentación. Esa era su (¿única?) tarea vital. Cuidar y alimentar a su familia. Hacer caldo un día sí y otro también. Y que nunca faltara comida en la nevera.

Pero también nos habla de la imperfección y de las contradicciones de todas las madres de hoy en día. De las que se agrietan los pechos al amamantar a sus hijos o de las que, simplemente, no quieren o no pueden hacerlo.

Y aunque seguimos sumidos en otra verdadera pandemia: la de la violencia de género y los feminicidios (a pesar del auge de la lucha feminista de la última década en nuestro país), por suerte, el modelo de madre sí ha conseguido evolucionar. Nos hemos liberado del mito de la superwoman que podía con todo: trabajo, hogar, hijos, amigas, deporte… La mamá perfecta que llegaba a todo y estaba siempre lista y feliz. Eso era irreal.

Así que a todas esas madres imperfectas que se lo han planteado estos días…no tengáis dudas.

Porque sí, porque las madres de hoy en día seguís siendo mamás de caldo en la nevera…aunque el caldo sea de tetrabrik. Porqué vuestra aportación familiar no es ya una simple cuestión alimenticia, sino sobre todo de apoyo y sustento emocional. Las mamás de caldo en la nevera de hoy en día sois las mamás que estáis al lado de los hijxs pase lo que pase, las que sois capaces de entender los problemas de vuestrxs hijxs, las que habéis desarrollado una capacidad empática al alcance de (casi) ningún hombre, las que seguís consiguiendo que nuestrxs hijxs os prefieran siempre a vosotras antes que a nosotros. Y todo ello sin ser ni tratar de ser perfectas.

Porque sí, porque en esa metáfora del caldo en la nevera se esconde un modelo de maternidad que no queremos perpetuar. Un modelo de maternidad que nos evoca a los peores días del feminismo. Pero que a la vez sirve como reconocimiento a unas madres y abuelas que hicieron tanto, tantísimo por nosotros. Incluso, aunque no lo parezca, también por la lucha feminista que hoy se ha convertido en huracán.

Leí en un artículo una metáfora de Sabrina Cartabia (abogada feminista argentina) dónde comparaba el feminismo con el bambú japonés: “Un jardinero inexperto podría creer que no va a dar brotes porque tarda siete años en echar raíces. Pero después, en apenas seis meses la planta crece hacia arriba más de 30 metros”. Pues eso. La comparación es obvia. La semilla requiere un largo período de cuidado. Después, la explosión es incontrolable.

Por todo esto podemos decir que “Ay mamá” es un exitazo. Porque es sumamente importante que seamos capaces de homenajear a esas madres de caldo en la nevera y nos las llevemos a parar la ciudad. Ya es hora de que ellas puedan cantar, bailar, gritar, disfrutar, manifestarse…y hasta sacar un pecho afuera al puro estilo Delacroix. Porque son ellas quienes más lo merecen.

 

El empoderamiento femenino fue objeto de un macro estudio mancomunado en PdF (Hable con ellas, 2018) con el objetivo principal de entender las claves comunicativas de las marcas con el nuevo modelo de mujer. Y estar siempre conectados a la realidad social de nuestro país es lo que nos mueve en nuestro trabajo y en nuestras vidas personales. Porque en PdF estamos siempre atentos y dispuestos a escuchar y aprender de aquello que ocurre en nuestro entorno.

Aitor Vargas

Account Manager

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