Sobre la indefensión aprendida y la resiliencia… también “aprendible”

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Cuando una situación no depende de nosotros y no está en nuestras manos una solución inmediata, las personas tendemos a ponernos nerviosas y buscar una salida. Necesitamos respuestas para un millón de preguntas, porque todo es nuevo, todo es confuso… Nos es muy difícil gestionar lo desconocido.

Con el paso de los días, nos acostumbramos, aceptamos la incertidumbre como buenamente podemos y la incorporamos así a nuestro estilo de vida. Aceptamos que tenemos lo que tenemos y que no podemos hacer mucho más y finalmente, cedemos a ello porque, ante todo: los humanos somos de costumbres.

Sin embargo, esta adaptación puede no ser siempre beneficiosa, la indefensión aprendida es una de las consecuencias nada deseables en los casos en los que no podemos cambiar nuestra posición hacia una más favorable, por ejemplo, desde una crisis económica hasta la simple imposibilidad de seguir realizando una actividad que nos hacía sentir bien.

 

La INDEFENSIÓN APRENDIDA (o bien impotencia aprendida) es un concepto formalizado en 1967 por el psicólogo estadounidense Martin Seligman y viene a ser la condición en que un ser humano o animal ha "aprendido" a no hacer nada, y a sentirse incapaz de escapar o cambiar una situación a la que se le ha sometido, tras intentos frustrados de escapar o evitar ese dolor.1

Esto se explica en el famoso cuento “El elefante atado a la estaca” de Jorge Bucay, en el cual vemos a un elefante que creció en un circo y fue atado desde pequeño a una estaca mucho más grande que él con una cadena; día tras día el elefante intentaba liberarse de ella con todas sus fuerzas, pero finalmente, con el paso del tiempo dejó de hacerlo, pues todos sus intentos resultaban inútiles. Cuando se convirtió en un elefante adulto de un tamaño notablemente más grande que aquella estaca, jamás intentó escapar de nuevo, porque ya había asumido que era una situación irreversible.

Esto es, ante situaciones adversas que escapan a nuestro control, dejamos que venga todo lo que tenga que venir porque no depende de nosotros… Abandonarnos a nosotros mismos ante estas situaciones puede resultar algo tentador, incluso cuando las condiciones han cambiado sin que nos demos cuenta, pero también es importante que estemos abiertos a descubrir la existencia de caminos u otras palancas que no hemos considerado.  

Aunque, por otro lado, todos conocemos a alguien que ha conseguido sobreponerse a las circunstancias, recuperándose de un duelo (la pérdida de empleo, la pérdida de un ser querido, una ruptura…), reinventándose y fortaleciéndose en el camino.

Esta capacidad de sobrellevar y superar situaciones adversas, es conocida como resiliencia.

La RESILIENCIA es la forma de adaptarse positivamente a situaciones desfavorables. (En resumen, viene siendo el famoso “what doesn’t kill you makes you stronger” de Kelly Clarkson)

La psicología nos habla de indefensión aprendida y de resiliencia (a secas), como si esta última fuera innata.

Y lo cierto es que, como todo, requiere de práctica y perspectiva; la resiliencia también se puede aprender.

Nos encontramos en un momento de ser realistas y de reconocer las limitaciones; el mundo ha parado y eso nos ha hecho reflexionar, no nos ha quedado otra. Debemos esperar sin que dependa del todo de nosotros que la situación revierta y vuelva a la normalidad (aunque de momento, sí os invito a replantearnos el término “normalidad”).

Pero no podemos esperar y “aprender” a estar indefensos, como consecuencia de aceptar una situación. Tal vez estamos encerrados en casa, pero hoy en día nada nos impide seguir conectados a la realidad, al conocimiento y a las demás personas. Ya estamos familiarizados con las tecnologías desde hace años, los recursos existen y están ahí. 

Se abren nuevos escenarios, un entorno al que debemos adaptarnos y tratar de ver más allá de la cadena que nos ata a la estaca

Y surgirán nuevas oportunidades, nacerán nuevas necesidades. Porque, aunque gran parte de la producción se haya parado, las personas seguimos activas; se da rienda suelta a la creatividad de nuestras mentes cuando el desplazamiento físico y los estímulos externos que tanto nos aturden en un día a día “normal”, se han reducido.

Y aunque nos han dicho y demostrado que esta situación escapa a nuestro control, recordemos que aparte de haber aprendido a sentirnos vulnerables, también podremos llegar a aprender a recuperarnos de ello.

1 Domjan, M. (2010). Principios de aprendizaje y conducta: Michael Domjan (6a. ed.--.). México D.F.: Cengage Learning.

Marisa Pérez 

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