¿Estamos dispuestos a pagar más por nuestro planeta?
“Un continente mortal para los defensores de la tierra” (El País); “El mundo es un invernadero que atrapa cada vez más calor” (ElDiario.es); “Así trabajan los detectives del hielo: `El cambio climático es el enemigo en común´” (El Mundo).
A principios de junio de este 2022 y durante estas últimas semanas de julio hemos sufrido algunas de las mayores olas de calor en la historia desde hace siglos que ha potenciado las sequías constantes y los incendios forestales que sufre España durante los meses calurosos. Efectos de la causa del cambio climático, del que nosotros somos culpables, pero ¿hasta qué punto estamos dispuestos a poner nuestro granito de arena para cambiar esto? ¿Cómo de dispuestos estamos a cambiar nuestra vida para reducir nuestra huella en el planeta?
8 de cada 10 hogares recicla los residuos que se generan en el día a día, pensando que eso es “un plástico menos que llega al mar”, pero ¿es esto suficiente?, la mayoría de nosotros estaremos de acuerdo en que la respuesta es no, pero ¿qué sucede cuando nos planteamos qué más podemos hacer?
Es aquí donde cedemos responsabilidades a las empresas. Habrá gente que en este punto opine, bueno ¿entonces está bien que no haga más no? La respuesta es fácil, NO, siempre podemos y debemos realizar más y aquí puede entrar en juego una variable de cooperación entre los consumidores y las propias empresas. Las distintas compañías cada vez tienen más implementado distintos métodos para reciclar y reutilizar, con sistemas para trabajar con plásticos reciclados y reutilizando distintos materiales (prendas de ropa, dispositivos electrónicos, trozos de acero, plásticos, vidrios…).
Me gustaría que antes de seguir pensemos en esto último “Reciclar y Reutilizar”. A todos nos suena y sabemos que son las 2/3 partes de la regla de las 3R. Regla que en muchos niveles se ha dejado apartada o se utiliza únicamente para darle salida a estas 2 partes finales Reciclar y reutilizar. Son muchas las empresas que han empezado a trabajar con materiales RECICLADOS y hacen eco de este trabajo desde la base del producto. Un claro ejemplo son las tiendas de moda con las prendas con etiquetas como Councious Collection de H&M, join life del grupo Inditex o Space Hippie de Nike. Mientras que otras empresas, han apostado por el RECICLAJE a través de sus campañas y de su propia forma de existir cómo ha logrado Wallapop y que nos recuerda con su campaña “lo hecho está hecho”.
Sin embargo, cuando hablamos de la regla de las 3R estas tienen un orden lógico que se debería seguir: 1º Reducir, 2º Reutilizar y 3º Reciclar. Pero lo que hacemos y que tenemos grabado cómo sociedad es un orden basado en la Reutilización, permitiéndonos mantener los niveles de consumo que se sigue primando.
Las marcas están haciendo su trabajo por continuar con la producción y darles salida a las necesidades de los propios consumidores están partiendo de la 3ª Erre, de Reciclar, pero debemos cambiar el chip de la producción. Comenzar a atajar el problema desde el orden de las 3R donde la primera de las cuestiones es Reducir, desde un punto de vista personal y con sentido. Podemos reducir los problemas en la producción en exceso, así como la cantidad de residuos que generamos si partimos de la idea del consumo con un sentido de duración a lo largo plazo.
Las instituciones europeas están dando pasos favorables, y este año han presentado una serie de medidas para ir poniendo freno a la obsolescencia programada en un amplio abanico de sectores, pero… ¿tú estás dispuesto? Pongámonos en el supuesto donde pudiéramos comprar el último móvil del mercado y tuviésemos la certeza de que este mismo teléfono te va a durar 10 años ¿lo comprarías? Y vamos un poco más allá, este móvil, debería de tener la posibilidad de que cada uno de sus sistemas pudiese cambiarse en cualquier momento sin tener que desechar el resto de sus componentes ¿te gustaría? Muchos de nosotros diríamos “¡sí, claro es lo ideal y me ahorro dinero a la larga!” pero realmente estaríamos dispuestos a ¿no renovarnos? ¿Estaríamos dispuestos a pagar más por él? Es decir, nos encontraríamos con un mismo móvil durante los últimos 10 años, donde sus componentes (baterías, placas, etc.) pudiesen cambiarse en el momento exacto en el que dejasen de funcionar, pero siempre con la misma apariencia y cambios que fuesen única y exclusivamente por necesidad y no por avances tecnológicos o por estética.
Lo mismo sucede con las prendas de vestir. El mercado de la moda es uno de los mercados que más consumimos y que más dinero mueve, pero cuando nos planteamos adquirir estas prendas nos encontramos con que en muchos de los casos nos vamos a mercados Low-Cost donde justamente no se tiene en consideración estos procesos. Lugares de venta donde lo importante es que llegue al consumidor la última moda y no que la prenda dure más, sea de mejor calidad y provenga de materiales reciclados. Donde vemos el impulso del consumo on-line tras la pandemia, cómo un hábito que llegó para quedarse, acostumbrándonos a pedir la ropa para que directamente podamos tenerla en la puerta de casa (aumentando así también la contaminación por el uso de vehículos de reparto) para salir con ella a la mañana siguiente. Un claro ejemplo de este impulso de los canales Low-Cost en moda es el ejemplo de Shein, llegando a alcanzar una cuota de usuarios del 62%, donde se realiza un consumo barato, rápido y sin mirar la calidad en exceso.
Una cuestión que me hace volver al inicio de todo:
- ¿de verdad estamos dispuestos a cambiar nuestros hábitos para reducir nuestra huella en el planeta?
- ¿Estamos dispuestos a consumir menos?
- ¿Estamos dispuestos a pagar más por cada cosa que compramos teniendo la certeza de que esto proviene de materiales reciclados o de un proceso menos invasivo en distintos aspectos que afectan al planeta?
En definitiva: tenemos que reflexionar sobre ello porque si algo está claro es la existencia de esta necesidad y por tanto, debemos estar completamente concienciados y actuar.
Paula Pascual
Research Manager
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