PFinsights #30: Un país que ama cocinar... hasta que toca decidir qué comer

Cocinar se ha convertido en uno de esos lugares comunes donde todas las generaciones creen entenderse… hasta que miramos los datos. Porque sí, cocinar nos gusta: el acto, el aroma, la creatividad, el compartirlo (Lo podemos cifrar en un 6.8 sobre una escala de 10). Pero también nos pesa. Nos cansa. Nos exige pensar. La cocina, en 2025, es un espacio emocional en tensión.

Y eso es precisamente lo que revela nuestra nueva infografía.

Un país que ama cocinar… hasta que toca decidir qué comer

Si preguntamos por el placer, nos encanta cocinar para amigos y familia. La escena es casi cinematográfica: casa llena, mesa larga, la receta especial que solo sale cuando hay ocasión.

Pero basta mover el foco para que la imagen cambie: la idea de pensar cada día “qué comemos hoy” también está muy presente. Por eso apreciamos que la cocina son dos mundos opuestos: cocinar encanta; planificar agota. La dicotomía está servida.

Generaciones que viven la cocina desde lugares distintos

Detrás de esa tensión hay patrones generacionales claros:

• Boomers y Generación Z tienden a relacionarse con la cocina más desde el disfrute. La ven como un espacio social, donde hay tiempo y ganas para dedicarle algo de cariño a los fogones.
• Generación X y Millennials, en cambio, sienten más la carga diaria. Son quienes conviven con ritmos más acelerados, horarios partidos y menos margen mental.

Es esa combinación —poco tiempo, muchas exigencias— la que convierte la cocina en un territorio donde el placer y la obligación compiten cada día.

El sueño colectivo: un chef en casa

Quizá por eso dos de cada tres españoles desearían tener un chef propio. No hablamos de un lujo aspiracional, sino de un deseo emocional: alguien que elimine la parte repetitiva, para dejar solo la parte bonita.

Entre las mujeres, el deseo sube aún más: hasta el 69% reconoce que lo firmaría sin dudar. Un dato que habla no solo de gustos culinarios, sino de cómo se distribuyen todavía las tareas en muchos hogares.

La Generación Z vuelve a enamorarse de la cocina

Y mientras todo esto ocurre, la Generación Z se desmarca. No rechaza la cocina: la reinventa.

Cocinan más desde la improvisación y abrazando la cocina moderna, conectando con la cocina des un enfoque distinto: menos solemnidad, más frescura. Donde otros ven rutina, ellos ven un espacio para improvisar. Donde antes se miraban libros o programas de TV, ellos miran… su móvil.

Las redes sociales son ya la principal fuente de inspiración culinaria para todas las generaciones, incluso para un tercio de los boomers, pero para los Z son directamente la cocina: tutoriales de 20 segundos, recetas de tres ingredientes, hacks visuales, platos que “quedan bien en cámara”. La inspiración ya no viene del recetario: viene del feed.

Su preferencia por lo moderno (40%, frente al 21% tradicional) y su inclinación a improvisar (45%) hacen que su manera de cocinar no sea heredada, sino reinterpretada. Una cocina que se adapta al ritmo de su vida, no al revés.

¿Casas sin cocina? La pregunta ya está sobre la mesa

Estos datos abren un horizonte provocador: si cocinar se disfruta más cuando no es obligatorio…
¿qué pasaría con una cocina pensada solo para cuando apetece?
¿Espacios más pequeños? ¿Cocinas modulares? ¿Electrodomésticos que desaparecen?

La idea, que hace años parecía futurista, hoy genera menos rechazo que nunca. La cocina se está transformando en un espacio flexible, opcional, emocional y profundamente influido por lo digital.

La infografía completa: una mirada generacional a un acto cotidiano

Nuestra nueva infografía recorre esta paradoja: cómo un acto tan cotidiano como cocinar puede significar cosas tan distintas según quién lo mire, cuánto tiempo tenga, qué inspiración siga o qué peso siente en su día a día.

Una radiografía que muestra, en definitiva, que nos gusta cocinar… siempre que no venga con obligación incorporada.

👉 Descubre aquí la infografía completa y todos los datos.