PFinsights #7: A contrareloj - la excepción ibérica horaria NO nos gusta
Siempre se ha dicho que los españoles tenemos unos hábitos horarios muy diferentes a otros ciudadanos europeos... ¡Y es cierto!
Nuestra rutinas diarias se van enmarcando en un esquema horario alejado de la realidad de otros ciudadanos europeos como franceses e italianos, estableciéndose dos fenómenos muy relevantes, comparativamente:
- nos hemos acostumbrado a realizar las principales comidas del día (comida y cena) mucho más tarde (¡comemos y cenamos 2 horas más tarde que nuestros vecinos franceses!).
- unas costumbres horarias que nos hace parcelar el día claramente en dos mitades (de 7 horas): una diurna, de 7:30 a 14:30 - hora de comer-, y otra vespertina, de 14:30 a 21:30, que se cierra con la hora de cenar. Y a pesar de que en España le dedicamos menos tiempo a la cena - ¡Cenamos tarde y rápido! - , la cerramos tan tarde que nos implica acostarnos casi cuando las manecillas del reloj marcan el cambio de día.
Por tanto, llevamos el paso cambiado - o el reloj - respecto de italianos y franceses. Y es que sobre nuestros hábitos influye el desfase horario que tenemos en España (en la península, no en Canarias) como consecuencia de aplicar un huso horario que no nos corresponde por situación geográfica: tenemos instaurado la Hora Europea Central (GMT+1) en lugar de la Occidental (GMT), lo cual implica que tengamos una hora de adelanto con respecto al sol en invierno y dos en verano.
Pero... ¿estamos contentos con estas costumbres horarias? ¿Aceptamos bien esta excepción horaria?
Claramente... ¡NO! Los españoles no estamos excesivamente satisfechos con nuestras rutinas horarias: algo más de la mitad de los españoles lo están (56%), frente al 73% de los franceses y el 72% de los italianos. Y es que...
- La mitad de los españoles consideran que duermen menos horas de las que deben para descansar bien
- Muestran menos satisfacción con sus rutina laboral horaria, con una jornada laboral más extensa que estos otros ciudadanos europeos
Quizá ha llegado el momento de plantearnos un cambio horario que nos acerque a lo que nos marca nuestra realidad geográfica: aceptar que por la península pasa el meridiano de Greenwich.
